domingo, 28 de noviembre de 2010

Písala de nuevo, Román (Diario Olé 29 de noviembre del 2000)


Un día como hoy hace exactamente 10 años el mundo del futbol se rendía a los pies de Román… aquí lo que decía el Diario Olé del 29 de noviembre del 2000...

Miércoles 29 de noviembre de 2000

BOCA CAMPEON DEL MUNDO
Písala de nuevo, Román

La orquesta suena más cuando la dirige Riquelme. Y el fútbol se hace lujo cuando la pelota se esconde debajo de sus botines. 


 TOKIO (ENVIADOS ESPECIALES). -Te felicito chaval, el partido está para ti.

Juan Román Riquelme, que andaba al trotecito, como tantas tardes, como en una noche más, se dio vuelta y se encontró con la ca ra dura de Hierro, que le hizo una mueca de aprobación, por si el pibe no lo había entendido. Pero enseguida se olvidó, porque le llegó otra pelota y se le vinieron encima dos de camiseta blanca. Y movió la cintura, y se acomodó lento, como previsible, y en un segundo los dos grandotes del Real habían quedado en ridículo otra vez. No, no andaba lento Riquelme y no era una noche más: era la final de la Intercontinental, contra el Real Madrid, y Romy se paseaba por un lado, por el otro, con su andar cansino, ¿vio?, como esos tipos que lo hacen todo sin esfuerzo. Se hacía ancho Román para aguantar la pelota que le daban sus compañeros, que iban, metían, recuperaban. Y él la pisaba, la pisaba, y de pronto esa pelota dura, reacia a obedecerles a tantos jugadores, era un ñoqui debajo de su suela.

Pero también fue un látigo en su empeine cuando lo vio meterse por atrás de los centrales españoles a Palermo y se la tiró larga, profunda, pesada. Fue el segundo gol, el que separaba más que nunca a Boca del Real Madrid, al campeón del derrotado. ¿Y después? Fue pedirla, pisarla, aguantarse las pataditas ansiosas de los que iban, muchos de ellos casi resignados, a quitarle la pelota. Pero la pelota era suya. Era de Román. ........................................................ En los días previos a la gran final, Jorge Valdano, en su raid por los micrófonos y los anotadores de los periodistas argentinos, dejó su verba armónica y dijo cosas. Una de ellas refirió a Riquelme. "La posición en la que él juega está muy bien cubierta en el Real Madrid, el equipo no lo necesita", definió sin dudar. Con las cartas sobre la mesa, o los pingos sobre la pista, dio la sensación de que el único momento en el cual la posición estuvo bien cubierta por el Real fue cuando nuestro Juan Román se puso la camiseta blanca de Figo.

Son bien parecidos Riquelme y el portugués, aunque el argentino ayer haya ganado el duelo creativo por escándalo. Ambos son de pocas palabras, son estrellas en sus equipos y eligen la música para distenderse cuando las presiones se ponen pesadas. En el mismo momento en el cual Riquelme insistía con sus cumbias (faltaría algo más de una hora para el partido), Figo pisaba la cancha con un disc-man, escondido en su campera, del cual se escapaban dulzonas frases de algún soul tradicional. Pero música va, música viene, que soul, que cumbia, lo cierto es que al Real no le haría nada mal tener a un jugador como Riquelme. Aunque Valdano no lo crea. ........................................................ Termina el partido. Riquelme cumple con el encargo de su padre y se queda con la camiseta de Figo y vuelve a ser el de siempre, aunque hoy (ayer) es especial, porque es campeón del mundo a los 22 años. "Estoy muy feliz, sí, pero me doy cuenta también de que nada supera lo que sentí cuando nació mi hija. La cosa era ganar como fuera, y por suerte lo hicimos". Y se acabó la voz de Riquelme, al cual el presidente Macri le da una palmada de compromiso al pasar. Porque a este tipo hay que felicitarlo, haya la pelea que haya de por medio, pero el presidente de Boca, que es de esa gente que no afloja fácil, cuando pasa al lado de Román se saca la pasión que lo dejó disfónico de encima, se pone frío y le regala una palmadita en el hombro. Se quedó corto, Mauricio.

En el momento de la gloria, cuando todo queda reducido casi a la nada, hay un racconto por hacer: es el del Riquelme que llegó a Japón con hielo en la rodilla izquierda. Que preocupó el primer día, que se puso mejor en el segundo y que "resucitó" al tercero, cuando participó de la práctica de fútbol y se empezó a iluminar al ritmo de la pelota. En el medio de la historia, con el cuento de la presión y todo, hasta tuvo ojos para comprarse un superequipo de música (algo así como una valijita de odontólogo, con casetera, compactera, radio y mil chiches más). Y lo de la presión no es cuento, porque él no era un jugador más, era una de las dos o tres llaves que tenía Boca para abrir al Real Madrid. Y cuando tocó la primera pelota, y vio que estaba dócil, como casi siempre, se dio cuenta de que podía. Y pudo...



Fuente: http://old.ole.com.ar/diario/2000/11/29/r-01801b.htm y http://old.ole.com.ar/diario/2000/11/29/r-01601b.htm

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